lunes, 12 de septiembre de 2011

"Familia bendición de Dios para el mundo" : Misa de abuelos y nietos





La semana de la familia ha comenzado, participemos con mucha fe y mucha alegría de las actividades que en estos días  bajo la protección de la Virgen del Cisne se desarrollarán. Tan importante  es la familia que él mismo Dios quiso tener una.
cuán importante es que hoy en día quela familia es atacada, esta se fortalezca  en Dios, y se refugie en el manto de la Santísima Virgen María.

Hoy en las distintas parroquias de la ciudad se llevará a cabo la misa de nietos y abuelos.
Que importante son los abuelos en nuestra vida familiar, y lamentablemente cuán olvidados han sido. Recemos mucho por ellos y no dudemos en acudir a ellos, démosle el espacio que se merecen. Acudamos hoy a esta misa y vivámosla con mucho amor junto a nuestroas abuelos.

El Santo Padre Benedicto XVI dijo en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia en abril del 2008 cuyo tema era "Los abuelos: su testimonio y su presencia en la familia", las siguientes palabras:

«Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe»


¿Quién no recuerda a sus abuelos? ¿Quién puede olvidar su presencia y su testimonio en el hogar? ¡Cuántos de nosotros llevan su nombre como signo de continuidad y de gratitud! Es costumbre en las familias, después de su muerte, recordar su aniversario con una misa de sufragio por ellos y, si es posible, con una visita al cementerio. Estos y otros gestos de amor y de fe son manifestación de nuestra gratitud hacia ellos. Por nosotros se entregaron, se sacrificaron y, en ciertos casos, incluso se inmolaron. 

La Iglesia ha prestado siempre una atención particular a los abuelos, reconociendo que constituyen una gran riqueza desde el punto de vista humano y social, así como desde el punto de vista religioso y espiritual. Mis venerados predecesores Pablo VI y Juan Pablo II -de este último acabamos de celebrar el tercer aniversario de su muerte- intervinieron muchas veces, subrayando el aprecio que la comunidad eclesial tiene por los ancianos, por su dedicación y por su espiritualidad. En particular, Juan Pablo II, durante el jubileo del año 2000, convocó en septiembre, en la plaza de San Pedro, al mundo de la «tercera edad», y en esa circunstancia dijo: «A pesar de las limitaciones que me han sobrevenido con la edad, conservo el gusto por la vida. Doy gracias al Señor por ello. Es hermoso poderse gastar hasta el final por la causa del reino de Dios»


 Hoy, la evolución económica y social ha producido profundos cambios en la vida de las familias. Los ancianos, entre los cuales figuran muchos abuelos, se han encontrado en una especie de «zona de aparcamiento»: algunos se sienten como una carga en la familia y prefieren vivir solos o en residencias para ancianos, con todas las consecuencias que se derivan de estas opciones. 

Además, por desgracia, en muchas partes parece avanzar la «cultura de la muerte», que amenaza también la etapa de la tercera edad. Con creciente insistencia se llega incluso a proponer la eutanasia como solución para resolver ciertas situaciones difíciles. La ancianidad, con sus problemas relacionados también con los nuevos contextos familiares y sociales a causa del desarrollo moderno, ha de valorarse con atención, siempre a la luz de la verdad sobre el hombre, sobre la familia y sobre la comunidad. Es preciso reaccionar siempre con fuerza contra lo que deshumaniza a la sociedad. Estos problemas interpelan fuertemente a las comunidades parroquiales y diocesanas, las cuales se están esforzando por salir al paso de las exigencias modernas con respecto a los ancianos. 


Si quieres leer el mensaje completo del Papa  sobre los abuelos visita: Abuelos en la familia



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